PÉRDIDAS Y DUELO

por Geraldina Compeán

Cuando escuchamos la palabra duelo solemos relacionarla con la muerte
física. En el Modelo de Semiología de la Vida Cotidiana aprendemos que un
duelo puede vivirse en todo tipo de pérdidas significativas. Puede ser la pérdida
de un objeto, un cambio de trabajo, la pérdida de salud, un rol familiar o social,
un bien material, entre otras cosas. El significado de la pérdida dependerá de la
intensidad del vínculo de cohesión, y del nivel de intimidad que tenga con lo
perdido. A mayor Intimidad compartida, mayor significación, mayor emoción,
mayor cohesión, mayor pérdida.
Por eso puede dolernos más la perdida de un
objeto material que de un pariente.


EL VÍNCULO DE COHESIÓN=VALORACIÓN DE LA
PÉRDIDA=PROFUNDIDAD DEL DUELO


Es importante conocer el proceso del duelo para así poder vivirlo en
conciencia. La muerte de un YO, de cualquier consciencia que percibe, entraña la muerte de un proyecto de vida,
como señala el Dr. Alfonso Ruiz Soto. En ese proceso del duelo se atraviesa
normalmente por cinco fases que, al identificarlas, ayudará a comprender y
adaptarse psicológica y emocionalmente de mejor manera a la pérdida.

La psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross escribió en 1969 acerca de las estas
cinco fases del duelo. Se basó en su trabajo con pacientes terminales en la
Universidad de Chicago.
Aunque los pasos no siempre son lineales ni tan rígidos, normalmente se
comienza por:
1.- Negación
Es una reacción muy habitual que aparece inmediatamente después de la
pérdida, con frecuencia, junto a un estado de shock o confusión mental o
emocional. La negación se puede manifestar quitándole importancia a la
pérdida o mediante la falta de aceptación de su carácter definitivo.
2.- Ira
Podemos experimentar sentimientos de enojo hacia la persona que nos
deja, por la pérdida que se está viviendo o hacia sí mismo. Esto se produce en
gran parte por la frustración que genera el no poder hacer nada al respecto. La
ira puede ser también hacia Dios por pensar que no está siendo justo.

3.- Negociación
La persona tiene la esperanza de que, si hace algún cambio o sacrificio,
las cosas pueden volver a su lugar. Por ejemplo, cuando alguien recibe un
diagnóstico de enfermedad terminal o de alguien querido, se tiende a ofrecer
cambios de hábitos o valores, a cambio de recuperar lo que está en juego, así
también, por ejemplo, cuando un miembro de la pareja decide terminar la
relación, el otro suele negociar cambios para intentar que la pérdida no suceda.
En otros casos, se hacen ofrendas o “mandas” a Dios o a los santos para que
pedirles que reparen la situación.
4.- Depresión
En esta fase la persona empieza a asumir la pérdida y esto genera
sentimientos de tristeza y desesperanza. El hecho de perder algo o a alguien
importante, genera que la persona se aísle, le falte motivación, se vuelva
apática y la vida pierda sentido durante un tiempo. Cuando esta fase se
prolonga y no se maneja adecuadamente, puede generar depresión más
severa.
5.– Aceptación
Cuando la persona comprende la naturaleza de la pérdida y que es una
realidad, comienza la aceptación, en la cual se comienza a analizar cuál será el
nuevo proyecto de vida y el cambio de autoconcepto.
Existe el Duelo Ideal. Es aquel que no existe: cuando comprendemos que
todo acaba, que cualquiera se puede ir, que todos vamos a morir, que nada es
para siempre y todo puede cambiar en cualquier momento.
Debemos estar preparados para cuando esto suceda.


La forma en la que se interpreta la pérdida de algo o de alguien es un
constructo cultural:
de manera colectiva, dependiendo del país en el que uno
crece, la moda, las tradiciones de ese lugar, y de manera individual,
dependiendo de la educación, de la familia, el tipo de escuela y la sociedad en
la que crecimos.
Hablando de la muerte física, te preguntaría: ¿Qué es lo que crees que
existe antes y después de la muerte? Hablando de la pérdida de una persona u
objeto: ¿Quién eres después de esa pérdida?
Estamos muy acostumbrados a encontrar el sentido de nuestra existencia
a través del rol que desempeñamos, a partir del cual los demás nos identifican

y aprecian, como ser esposa, director, jugador de tenis, y cuando esos roles
terminan, pensamos que nuestra vida pierde sentido o significado.
En el Modelo de Semiología de la Vida Cotidiana, creemos en la
transformación del Ser a través de diferentes experiencias. Así, las pérdidas se
convierten en grandes regalos para nuestra evolución.


Habitar en el aquí y el ahora nos ayuda a percibirnos dentro de las situaciones de perdida.
Así podemos trabajar con conciencia los apegos, miedos, y estar alerta de nuestros sentimientos, pensamientos; cuestionar nuestras creencias, y poder vivir y crecer dentro de estos procesos de cambio para el Ser, y del
principio de realidad en cada una de sus esferas periféricas de un proyecto de vida, que son: salud, familia y pareja, trabajo y
vocación, y vida social. Todo lo que sucede dentro de nuestra existencia debemos percibirlo en consciencia y esto se logra al poder autoobservarnos. ¿Qué pasa conmigo en cada una de estás esferas cuando algo cambia, cuando pierdo algo o se transforma? ¿ Quién soy yo y de qué manera me afecta en cada uno de mis potenciales? Esto es cómo pienso, me siento, vivo, frente a una perdida. ¿Qué pienso acerca de la muerte o transformación de las cosas? ¿De dónde saqué esas ideas? Era mi familia quien lo veía así? ¿Me hace sentido en este momento? o actúo bajo condicionamientos sociales, culturales, o familiares.

Te invito a reflexionar acerca de tu propia existencia en esta vida. Reflexiona: ¿ Qué es para ti la muerte o transformación de tus vínculos? ¿Cómo se mueve tu Ser y tu proyecto de vida cada vez que algo se transforma? ¿Cuál es tu creencia acerca de que las cosa cambien? ¿Existe un para qué?

Dice la vida que vivas y disfrutes, porque ella va a pasar igualmente. ARS.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio