TIEMPO SABÁTICO.

Mi terapeuta me recomendó escribir, tomarme unos meses sabáticos, y descansar porque al parecer entre el Covid-19 que me dejó secuelas en el sistema nervioso y mi nivel de estrés, literalmente me fundí. En su momento no hice lo que debía. No apliqué en mí del todo lo que normalmente recomiendo a mis pacientes. ¿Cómo iba a dejar de ver a mis pacientes o a dejar de hacer ochenta mil actividades con las que estoy comprometida? Primero muerta.

Y tal cual, llegué a un punto en el que tuve que parar por prescripción médica.

Es un regalo esto del tiempo sabático y un privilegio que no muchos pueden tener. Sin embargo, bajarle al ritmo de vida en la Ciudad de México y en un mundo como en el que vivimos, no es nada fácil.  No lo ha sido para mí.

Es increíble cómo la vida es perfecta y cómo, cuando no seguimos ciertas pautas, la vida nos obliga, ya sea por medio de una enfermedad o un accidente, a “quedarnos quietos”. Si lo piensas, nos manda muchas señales que ignoramos hasta que de plano ya no hay manera de evadirlas.

Bueno, pues yo sabía que debía atenderme, darle a mi cuerpo tiempo para descansar y repararse, pero resulta que en este proceso me di cuenta de que me genera un sentimiento de miedo y culpa el darme este break. ¿Por qué? Primero: tengo activado un chip de que nunca debo dejar de trabajar porque puedo perderlo todo. Es una memoria de algo que viví en el pasado… PASADO, no tendría por qué ser igual, aunque también algo aprendí de esa experiencia: SÍ debemos estar preparados para ser autónomos.

También salió a flote un condicionamiento de la infancia: el que las mujeres debemos compensar el trabajo del hombre. Es esta especie de culpa de no merecer por no ser quien tiene los ingresos económicos fuertes. En mi familia, este condicionamiento fue muy marcado: quien gana más es el hombre; las mujeres trabajamos, pero los gastos fuertes los pone el hombre.

Me di cuenta de que me invade un sentimiento de miedo y culpa el dejar de trabajar, incluso unos meses. Siento que me voy a empolvar y me da pena no generar dinero.

Ahora, sí estoy generando mi dinero, pero lo chistoso es que uno cree que debe ser de cierta manera, porque en realidad estoy generando ingresos en un nuevo proyecto, nada más que este no requiere que me pase las horas trabajando como mis condicionamientos me indican.

Esto lo he estado analizando. He estado observando de dónde nacen estos miedos, entendiendo que son memorias, condicionamientos de mi familia y que las cosas no tendrían por qué repetirse igual que en otras situaciones vividas, pues ahora vivo en un contexto distinto, así que es un periodo de gran reflexión para transformar estos condicionamientos y adaptarme con gusto al momento en el que físicamente no utilizaré tanta energía, más esto no significa que no sea productiva, ni que mi valor esté necesariamente en serlo. Es un trabajo en consciencia en el que utilizaré el triángulo de las actitudes del Modelo de Semiología de la Vida Cotidiana para transformar mi manera de sentir, actuar y pensar.

¡A DISFRUTAR ESTE MOMENTO COMO PEZ EN EL AGUA!

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio